martes, 15 de enero de 2008

Promover el trabajo digno

Para reflexionar sobre la situación de pobreza y exclusión social nos hemos reunido doscientos militantes y simpatizantes de la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC), en la Casa de Espiritualidad de los Padres Paules, en Salamanca, los días 23 al 25 de Julio, acompañados por el sociólogo D. Víctor Renes Ayala, Director del Departamento de Estudios de Caritas, y D. José Javier Carmona Rodríguez, Master en Doctrina Social de la Iglesia. Las reflexiones de estos expertos unidas a nuestra experiencia de compromiso en los barrios obreros, en las fábricas, en las organizaciones políticas, sindicales, sociales y ciudadanas, nos han ayudado a poner de relieve las causas profundas de esta situación y nos han dotado de nuevas motivaciones para seguir trabajando por la justicia y dignidad a las que estas personas tienen derecho y de las que se ven excluidas. Como fruto de nuestras reflexiones nos dirigimos a la opinión pública manifestando que:

Denunciamos, El reparto injusto de la riqueza creada con el trabajo de todos.



Nuestra economía está creciendo a un ritmo importante, por encima del resto de los países de la Unión Europea. Sin embargo, la tasa de pobreza se mantiene inalterada en los últimos veinte años: entre el 20 y 25% de la población se encuentra bajo el umbral de la pobreza, de ellos, un millón y medio está en situación de pobreza severa. Esto quiere decir que la riqueza creada no está llegando a las personas que más lo necesitan, cuando se nos había prometido que la solución a la pobreza era crecer económicamente.

Denunciamos, La situación de trabajadores cuyos salarios no les permiten salir de la situación de pobreza.

El crecimiento de la economía ha propiciado también un crecimiento importante del empleo, que tampoco ha servido para reducir la tasa de pobreza. Hay un volumen importante de trabajadores que siguen siendo pobres a pesar de estar trabajando: En torno a dos millones de trabajadores contratados se encuentran bajo el umbral de la pobreza. La precariedad de muchos contratos genera indefensión y propician una situación en la que no se pueden reclamar los derechos. La pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores contrasta con el crecimiento desmesurado de los beneficios empresariales.

Denunciamos, La concentración de la pobreza en determinados grupos como los pensionistas, mujeres, jóvenes e inmigrantes.

Aunque la situación de pobreza afecta al 20% de la población, hay determinados grupos sociales que la padecen con mayor intensidad y duración: Pensionistas, especialmente los que perciben pensiones no contributivas y de viudedad; mujeres al frente de hogares monoparentales; jóvenes provenientes del fracaso escolar e inmigrantes o minorías étnicas.

Exigimos, Que la lucha, contra la pobreza y la exclusión social se realice abordando las causas profundas que la generan.

Si el crecimiento económico, el crecimiento del empleo y las políticas de inclusión social no han sido capaces de responder a este mal endémico, es debido a que la pobreza y la exclusión social es un problema estructural originado por cuatro procesos que la generan y desarrollan. Estos procesos son: La precariedad continuada que desemboca necesariamente en la pobreza. El desempleo prolongado que termina en la exclusión. La desocupación prolongada que termina en la desmotivación. Y la descualificación que termina en la exclusión. En el origen de una parte importante de la situación de empobrecimiento que padecemos están estos mecanismos estructurales ligados a la configuración actual del mercado de trabajo.

Exigimos A los partidos políticos, sindicatos, ONGs y entidades ciudadanas que aborden con decisión esta lacra de nuestra sociedad.

Debemos empezar reconociendo el fracaso en la lucha contra la pobreza y abordar el problema desde un profundo cambio cultural, que lleve a diseñar políticas al servicio de toda la persona y de sus familias garantizando unos ingresos que les permita vivir con dignidad mientras se abordan las causas estructurales que están en el origen de su situación.

Nos comprometemos A luchar para convertir la situación de los pobres y excluidos en un problema político.

Como Iglesia en el mundo obrero y del trabajo, nos exigimos y exigimos a toda la Iglesia una mayor radicalidad evangélica en la denuncia y en la lucha contra la pobreza. Y nos comprometemos a que nuestro trabajo en partidos, sindicatos, asociaciones ciudadanas y de la Iglesia propicie una manera de entender la pobreza como un problema estructural y político y no solo como un problema social, y como tal problema político exige decisiones políticas que corrijan los desequilibrios en la distribución de la riqueza, garanticen los ingresos necesarios hasta lograr su autonomía y no culpabilicen a los pobres de su situación.


Pedimos a Nuestro Señor Jesucristo que nos dé la fuerza y la sabiduría necesarias para anunciarle con nuestra palabra y testimoniarle con nuestra vida como la respuesta que puede humanizar la economía y la política poniéndolas al servicio de los pobres y excluidos.

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